Compartiendo las tangas

 

Este relato arrancó 5 o 6 días antes que el encuentro. A Martín lo conozco desde que tengo recuerdos. Fuimos juntos al primario y secundario y hoy con 28 años seguimos siendo inseparables. Atravesamos todo juntos, él fue mi padrino de bodas cuando me casé con Mari hace 7 años y yo fui el de la suya hace 2. Todos saben que somos inseparables, aunque nadie sabe hasta dónde llega eso. Cuando en el secundario nos empezamos a juntar entre todos los pibes para ver y compartir pornos, los dos fuimos parte de ese grupo, cuando el estudio terminó y cada cual siguió por su lado, todos seguimos siendo amigos, pero Martin y yo además de eso, seguimos compartiendo nuestro amor incondicional por el porno y la paja. 

 

Mi esposa lo adora y hasta donde yo sé, la suya me quiere mucho a mí, y ambos suponemos que ninguna de las dos sabe nada de lo que hacemos cuando un vez por semana nos juntamos solos a “cenar y charlar”, aunque no es raro escuchar a mi mujer decir que le gustan esos encuentros porque yo vuelvo muy en paz siempre.

 

La semana pasada después de una juntada de pajas muy intensa y calentona, nos quedamos como siempre charlando con las pijas gomosas y en esa charla Martín me propuso un morbo que yo enseguida compré. Para la próxima paja, teníamos que conseguir cada uno una tanga usada de nuestras esposas, como ofrenda para nuestro amigo. La idea me pareció hermosa así que un par de días después, cuando vi que mi jermu se ponía la tanga que más linda le quedaba, me decidí y esperé paciente a esa noche. Los chicos ya estaban acostados y cuando ella entra me acerqué y la besé en la boca primero y después bajé a besarle el cuello que tanto le gusta. Mientras la calentaba con eso, bajé la mano al pantalón finito que tenía puesto y puse mi mano en su conchita. Podía imaginarme la tanga abajo y empecé a mover mi mano para cachondearla a full mientras la besaba intensamente en el cuello. Podía sentir como ella se excitaba cada vez más y finalmente bajé y sacándole el pantalón le besé la tanguita roja, confirmando que ya estaba bien mojada. Se la saqué para empezar a chuparle la concha y haciéndome el boludo tiré la tanga abajo de la cama. Cogimos muy lindo esa noche y cuando ella se fue a bañar, yo metí la mano abajo de la cama y saqué la tanguita, que escondí en mi cajón de remeras, no sin antes pegarle una olida. Estaba muy rica y se me volvió a poner dura de solo pensar en la cara de Martín cuando la pudiera oler!

 

Hoy salí de casa temprano para ir al laburo y puse en el fondo de la mochila la tanguita. Obvio que la olí antes y me sorprendió que al mismo tiempo que había bajado la intensidad del olor, se había intensificado un poco. Tuve que acomodarme el pito antes de salir de casa porque solo ese pensamiento ya me lo había puesto gomoso. Me pasé todo el día pensando en la lencería adentro de mi mochila y me costó mucho esfuerzo no entrar al baño para clavarme una paja. Cuando salí me fui directo a la oficina de Martín, un monoambiente que él compartía con otro contador que iba siempre de viaje los días miércoles y jueves, dejándonos libres el espacio para pasarla lindo entre pajamigos.

 

Martín baja a abrirme y puedo ver por su cara que está igual de caliente que yo. Subimos en el ascensor y no evito mirarle el bulto, está claramente marcado y gomoso, el pesca mi mirada y se ríe, se acerca y sin decirme nada apoya su bulto contra el revés de mi mano, yo la muevo lento y siento la chota gomosa de mi amigo ponerse un poco más dura. Nuestros encuentros siempre son buenos pero sé que este va a ser de esos excepcionales! Entramos a la oficina y yo voy hacia el sillón mientras él entra en la cocina a buscar cervezas. Viene con una en cada mano y parándose delante mío me hace un gesto con la cara, señalando con sus cejas su lado izquierdo, bajo la mirada y veo la tirita negra de una tanga saliendo del bolsillo y extiendo mi mano pero el retrocede y burlándome me dice que todavía no… Abrimos las cervezas y tomamos unos tragos mientras charlamos de pavadas, es parte del ritual semanal y algo que disfrutamos mucho pero yo quiero ya arrancar la paja porque siento que voy a explotar y se lo digo, como respuesta el estira la mano a mi bulto y acariciándolo suavemente me dice simplemente “Bueno”.

 

Me giro para agarrar la mochila y meto la mano hasta el fondo, cuando mis dedos encuentran la tela finita la engancho y la saco con cuidado. Me siento derecho y parado delante mío lo tengo a Martín, en su entrepierna se ve la pija dura a punto de explotar dentro del pantalón, de su bolsillo cuelga tentador el pedazo de tela que su esposa usó para mí sin saberlo. Estiro mi mano y le doy la tanga roja de Mari, él la agarra y sin pensarlo se la lleva a la nariz, siento su aspiración fuerte tratando de absorber todo ese aroma a hembra caliente y después escucho que larga un pesado “Ufffff”. Vuelve a oler y yo estiro mi mano hacia su bolsillo. La tanga negra de encaje se siente delicada en mi mano, puedo imaginar el calorcito de la concha de la esposa de mi amigo, puedo sentir sus jugos chorrear la tela y me la acerco a la nariz pensando en los labios carnosos que mi amigo se come cada vez que va a la casa. El olor es fuerte, entre dulce y ácido y me embriaga la cabeza. Tengo una sucesión de imágenes que van desde una conchita depilada con los labios bien hinchados a la boca de mi amigo lamiendo y besando la tanga. Lo miro y él está en trance, veo su lengua salir de a poco lamiendo la tela mientras la mano que no sostiene la tanga roja amasa enérgicamente el bulto enorme en su entrepierna. Yo empiezo a hacer lo mismo, tengo la poronga muy dura debajo del pantalón y en cuanto acomodo un poco siento el precum escurrirse por la boquita de mi chota. Agarro la mano de Martín y la tironeo para acercarlo, agarro su bulto duro como piedra apretado en el pantalón y lo acaricio mientras el abre un poco la boca y mete una parte de la tanga adentro, los olores de mi hembra lo están sacando de tanta calentura y el espectáculo que veo en su cara de placer es hermoso. Vuelvo a acercar la tanga de su mina a mi nariz y huelo de nuevo, puedo sentir los jugos que chorrearon hace no mucho por ahí y la calentura me mata. 

 

Sin preaviso una mano de Martín me agarra de los pelos de la nuca y me tira la cabeza para atrás, la otra mano trae la tanga de Mari y la sumerge en mi boca. Siento el sabor de mi esposa y la humedad de la saliva de mi amigo quien me empuja hacia atrás y sin dejar de apretar la tanga roja en mi boca, saca de mi otra mano la tanga de su mujer y me la aprieta contra la nariz. El sabor de Mari y el olor de la mujer de mi amigo son uno solo ahora, miro hacia arriba y veo en Martín una mirada que nunca había visto, estaba como desencajado por la calentura y por un microsegundo hasta sentí un poco de miedo, pero se me pasó rápido porque podía distinguir en el fondo de esa mirada desorbitada la calentura de ese amigo que yo tanto conozco. Acerca su boca a la mía y apenas rozándola muerde la tanga y empieza a sacarla con los dientes, yo también estoy muy alzado y agarro su nuca con fuerza y lo acerco, nuestras bocas se juntan con la tanga roja en el medio y nos besamos como podemos. 

 

Siento su mano buscar para abajo hasta llegar al cierre de mi pantalón y lo baja como puede, adentro mi boxer explota tratando de contener mi pito que ya está bien duro y baboso. Su mano hurga y lo encuentra, agarrándolo firme y él aprovecha ese momento de placer en mi cuerpo para tironear con su boca y sacarme la tanga. Se incorpora con la tanga roja colgando de sus labios mientras con sus manos saca mi chota por el cierre del pantalón. Cuando la tiene afuera la acaricia con una mano y con la otra busca la tanga de su mujer que está tirada al lado mío en el sillón y me la pasa por el glande que rebosa de precum, junta un poco y me la alcanza hasta la cara, yo dejo que me la apoye y siento esa mezcla de olores y humedad que me vuelve loco. Lo veo abrirse la bragueta, todo sin soltar la tanga roja que cuelga entre sus dientes y sacar sus 20 cm de pito circuncidado que apoya de una contra el mío. Se saca la camisa y desabrocha la mía y se acerca, poniendo pecho contra pecho y chota contra chota. Empieza a bombear mientras sentimos el calor de los dos cuerpos tocándose, abre la boca dejando que la otra tanga se caiga arriba de mi cara también y baja sus labios para besarme el cuello, mi mente une ese momento con el momento en que yo se lo besaba a Mari para hacerla chorrear y el placer es supremo. Le pido que frenemos un poco para estar seguro que no me voy en seco y se separa, se sienta y agarra una cerveza y me la pasa, y se pone a tomar de la suya. 

 

Nos quedamos un rato sentados charlando uno al lado del otro con una cerveza en la mano y los pitos duros asomando por el cierre, cuando sentimos que se nos bajaron un poco las pulsaciones decidimos continuar. Nos terminamos de desnudar y aprovechamos que estábamos parados para acariciarnos un poco mutuamente las porongas que se negaban a bajarse. Martín se acerca a mí y agarrándose la chota desde la base empieza a espadear contra la mía. Yo lo dejo jugar unos segundos y después agarrándome la miá desde la mitad del tronco empiezo a presionarla, haciendo que nuestras cabezas se froten una contra otra. “Uy sí, qué lindo” dice Martín dejando su pito quieto para que yo pueda frotarlo mejor, la imagen de las dos cabezas una al lado de la otra rozándose es hermosa, más aún cuando los hilos de líquido pre seminal se juntan formando uno solo.

 

Mi amigo pone su dedo gordo sobre el líquido y suavemente lo esparce sobre ambas cabezas. La sensación es muy placentera y más aún cuando mueve la mano y cerrando su puño alrededor de las dos chotas empieza a friccionarlas usando la humedad del precum. De repente se interrumpe y gira, agarra del sillón la tanga de su esposa y la pones sobre nuestras cabezas, cerrando nuevamente la mano para frotarlas contra la tela que rápidamente empieza humedecerse. “Imagínate si hiciésemos esto con la tanga puesta y su conchita abajo” me dice y enseguida puedo hacerme la imagen en mi cabeza, siento la humedad entre nuestras porongas y me imagino que es la humedad que generaría la concha de la mina con la que está casada mi amigo.

 

Cuándo la tanga ya está bien húmeda, es el turno de la de Mari así que me agacho y la levanto del sillón, y mientras yo la apoyo arriba de nuestras chotas, Martín se llevaba la otra tanga a la cara y la empieza a besar y lengüetear. Yo arranco a acariciar nuestros pitos con la tanga roja mientras miro fijo a mi amigo que me acerca a la nariz la lencería que tiene en la mano. El olor sigue siendo el de su mujer, pero la humedad ahora es definitivamente la nuestra, ese líquido viscoso que había salido de nuestras pijas empapa toda la bombacha. Imitándolo, estiro mi lengua y empiezo a pasarla por toda la superficie juntando el precum y además sintiendo la suavidad de la telita. “Así, chúpasela así que la vas a hacer acabar” me dice mi amigo entregándome en su morbo la conchita de su esposa. Yo profundizo los lengüetazos y sumo los labios y me voy metiendo de a poco la tanga adentro de mi boca. De repente siento la otra mano de mi amigo buscar mis huevos y empezar a acariciarlos, se siente hermoso y yo estiro mis manos para acariciar los de él también 

 

“No doy más” me dice y yo bajo la mirada para ver que su cabeza está roja e hinchada y parece a punto de reventar. Sin pensarlo dos veces le muestro la tanga roja y le digo que me la llene de leche. Se acomoda de costado y yo sosteniendo la tanga le agarró la verga y la empiezo a pajear al ritmo de las estocadas que él va dando, su respiración se agita y aumenta el ritmo hasta que finalmente larga un grito ahogado y empieza a mover sus caderas más lento y más profundo. Yo siento en mi mano la tanga que empieza a sentirse cada vez más caliente por la leche que le está poniendo mi amigo.

 

Cuándo los movimientos y el jadeo terminan miró para abajo y veo la tanga de Mari llena del líquido blanco y espeso “Bien ahí” le digo y él se ríe y me dice que es mi turno, agarra la tanga roja llena de su leche y me la pone arriba de mi pito, y usando la guasca como lubricante me empieza a pajear cada vez más fuerte, hasta que ya estoy a punto de acabar y se lo aviso. Él pone la tanga de su esposa adelante de mi cabeza y dos o tres movimientos después mis piernas se doblan mi cuerpo se tensa y empiezo a alargar uno tras otros varios lechazos bien abundantes como suelo tirar, que enchastran por completo la tanga de la esposa de mi amigo.

 

Nos tiramos los dos en el sillón, las patas abiertas y las chotas gomosas chorreando por la punta, cada uno sosteniendo la tanguita de su esposa. “Acabamos muy rápido” me dice y yo asiento, mucha calentura la verdad. Y quedamos en que lo vamos a repetir!

 

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